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 urante mucho tiempo, Guinea Ecuatorial fue un lugar que ofrecía pocas posibilidades a jóvenes con ambición de educarse y desarrollarse profesionalmente, ya fuera dentro de una empresa o montando su propio negocio. Antes de la fundación de la Universidad Nacional, en 1995, no había modo de obtener un título universitario en el país. Por medio de becas, algunos podían estudiar en la Unión Soviética, en Cuba o en los Estados Unidos, aunque, para la mayoría, las mejores posibilidades estaban en España, el antiguo soberano colonial.
Con el bajón que experimentó la economía europea en los últimos años, que golpeó a España más duro que al resto de los países de la UE, Guinea Ecuatorial, con el auge en su economía (impulsado por las exportaciones de gas y petróleo) naturalmente comenzó a parecer más atractiva para los nativos que habían emigrado a España. Muchos regresaron a su país en busca de mejores puestos de trabajo, y otros tantos reconocieron las oportunidades que había para montar sus propios negocios.
Una de estas personas fue Raquel Maye. Es hija de un embajador ecuatoguineano en Madrid, y junto a sus hermanas decidió regresar a su tierra natal cuando vieron el crecimiento acelerado que vivía el país. Notó que si bien había muchas empresas internacionales operando en el país, había pocas opciones para que los trabajadores disfrutaran de la vida nocturna.
Decidió invertir sus ahorros en un lugar donde la gente pudiera relajarse por la noche, en un ambiente distendido y con buena música. Compró un edificio viejo en el centro de Malabo y lo transformó en el Bahia Sound Lounge, que abrió sus puertas hace un año.
Dice que durante la semana “la atmósfera es distendida, pero los fines de semana nuestro club se parece más a una discoteca”. Sus clientes “son de todas partes del mundo: guineanos, españoles, estadounidenses, chinos, egipcios…”.
Maye, una mujer dinámica y dueña de una sonrisa ganadora, dice que la transformación de su país ha sido “genial, maravillosa. Los cambios han sido alucinantes”.
Sostiene que el cambio en su país no ha sido sólo externo, sino que la gente también ha cambiado, y para mejor. “Antes, a la gente no le interesaba mucho trabajar. Ahora la gente se da cuenta de que si no trabaja, no come. Antes, era difícil encontrar gente que quisiera trabajar”.
Al describir cómo es empezar un negocio en Guinea Ecuatorial, Maye cuenta que los trámites burocráticos son similares a los de Europa. “Pero si uno hace el papeleo y tiene todos los permisos en regla, entonces el día en que llega una inspección, el local no se clausura”.
Al otro lado de la ciudad, se encuentra otro ecuatoguineano que ha regresado a su país de origen para empezar de cero, se trata de Josué Esono Edú Corredor. Creció en España con su padre ecuatoguineano y su madre española, y llegó a Malabo para ayudar en un negocio familiar. Con un diploma en turismo y experiencia en la industria hotelera, también encontró trabajo en el Ministerio de Turismo, pero después de algunos años decidió cumplir su sueño de tener y dirigir su propio hotel.
El resultado fue el Magno Suites, que está ubicado a solo unos pasos de la Regresar para invertir calle principal de Paraíso. Construido con fondos privados de su familia, Edú cuenta que su concepto es brindar servicio de calidad a precios razonables. Abierto desde hace un año (originalmente se llamó Mango Suites), el hotel boutique ha tenido una ocupación promedio del 60% para este primer año, y dicho número crece a medida que más y más gente conoce el hotel.
Al ofrecer un servicio personalizado en un ambiente moderno, con un excelente restaurante y un área de bar confortable para hacer reuniones, claramente el Magno Suites ha encontrado un próspero nicho y Edú está feliz con los resultados.
Dice que algunos de sus clientes llegan a su hotel para relajarse el fin de semana, lejos del estrés del mundo de los negocios. Para Edú, el Magno Suites representa entre 12 y 14 horas de trabajo diarias, pero a medida que el clima de negocios general mejora, dirigir el hotel se torna cada vez más fácil.
En vistas al futuro, Edú cree que las oportunidades comerciales sólo pueden seguir creciendo, a medida que la economía se expande y la inversión local y extranjera se acelera.
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